Fue Vespasiano el que decidió la construcción del primer anfiteatro estable de la ciudad. Esta área estaba ocupada, de hecho, por un lago artificial, contiguo a la gran Domus Aurea de Nerón. El Coliseo Romano – Anfiteatro Flavio fue dedicado en el año 79 d. C. e inaugurado en el año 80 por Tito con unos juegos que duraron 100 días. Más tarde, fue completado en su parte superior durante Domiciano y restaurado más tarde por el emperador Alejandro Severo.
El Coliseo tras la época imperial
En edad tardo imperial su uso quedó reducido a las ‘venationes’ (cacerías). En la Edad Media, tras varios terremotos que lo habían dañado seriamente, fue transformado en fortaleza. Perteneció primero a la familia Frangipane y luego a los Annibaldi. En 1312 pasó al Senado y al Pueblo Romano. Más tarde, pasó por un período de decadencia y degrado. De hecho, en su interior se formó incluso un pequeño bosque de laureles. Sus piedras fueron utilizadas como cantera para obtener materiales de construcción para otros edificios de la ciudad como la iglesia de San Agustín.
El papa Benedicto XIV puso fin a esta situación consagrándolo a la Pasión de Jesús construyendo alrededor de la arena un Via Crucis.

Descripción del Coliseo Romano
La fachada externa del Coliseo romano tiene una altura de 48,5 metros y es de travertino. Presenta una triple serie de 80 arcos con semicolumnas de los tres órdenes (dorico, jónico y corintio). En los foros cuadrados que se aprecian en la parte superior se introducían los maderos que sostenían el ‘velarium’ protegiendo así a los espectadores del sol.
La arena era elíptica (86×54 metros) y estaba separada de la cavea por un muro y una balaustrada. La cavea era de mármol y estaba dividida en ‘maenania’ (balconadas) en sentido horizontal y en ‘cunei’ sectores circulares en sentido vertical con sus correspondientes escaleras y accesos (‘vomitoria’). La parte alta estaba reservada a las mujeres. En los subterráneos de la arena había dos entradas monumentales y estaban llenos de galerías y salas para las fieras y los combatientes.
El Coliseo romano tenía una capacidad para unos 50.000 espectadores.

Imagen del Coliseo y zona del Circo Máximo, Palatino y Foro Romano en época imperial. Maqueta que podréis observar en el Museo della Civiltà Romana (actualmente cerrado por reestructuraciones)
El nombre Coliseo
Cerca del Anfiteatro el emperador Adriano colocó la estatua de bronce dorado que Nerón había hecho construir para su Domus Aurea. Zenodoro, el artista y constructor, representó en ella al emperador con la cabeza rodeada de rayos solares.
Quizás el término Coliseo derive de este coloso de Nerón. Lo cierto es que el primer testimonio del uso de este término para el Anfiteatro Flavio lo encontramos en la obra Collectanea de el Venerable Beda, un monje anglosajón de inicios del s. VIII.
Una nota literaria sobre el Coliseo
Pedro Antonio de Alarcón, en su libro De Madrid a Nápoles de 1860, escribe:
“La luna es el sol de los que fueron, el alma de la soledad, la única compañera del olvido. Roma Antigua, vista de aquella manera, desde lo alto del Capitolio, tenía más vida, existía más en mi imaginación que la Roma moderna que se me apareció un momento después al otro lado de la sagrada cumbre.”
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