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Hacen falta siglos, mucha historia, para desarrollar en comprensión y palabras, para sentir deleitándonos, lo que nos regala la breve vida e imperecedera obra de Caravaggio.

Caravaggio es uno de esos artistas difíciles de describir. Al mismo tiempo, me encuentro frente a alguna de sus pinturas y las emociones son claras y cristalinas. No sólo eso, sino que al toparme con creaciones de otros artistas, en ocasiones viene a mi cabeza la larga sombra de Michelangelo Merisi. Hasta llamarlo por su nombre resulta extraño para Caravaggio. Y, si hablamos de su estilo, en mi opinión, él llamaba con precisión a las cosas por su nombre. Por su cruda y brutal realidad. Para la suerte de aquellos que estamos en Roma, o de aquellos que la visitan, el legado del genio tiene aquí su centro. Ninguna ciudad puede presumir de tener más obras suyas. A través de las obras de Caravaggio en Roma, podemos ver con los ojos de un personaje que vio las cosas como ninguno y que las plasmó, también, como ningún otro supo hacer.

Vamos a conocer algunas de mis preferidas de entre las 26 obras de Caravaggio en Roma.

Madonna de Loreto

La primera  es también la primera que vi. Allá por el 2015, por primera vez entré a la mágica iglesia de San Agustín, cerca de plaza Navona, formando parte de un tour muy especial. Allí pude encontrarme con la Madonna de Loreto, una magnífica pintura de Caravaggio en Roma. Sus colores oscuros, marrones y negros presentan una virgen como nunca había visto antes.

Una mujer ‘’normal’’ con su hijo en su regazo en la puerta de su casa. Sus pies descalzos y su túnica poco arreglada parecen indicar un ambiente relajado y de hogar, de donde unos peregrinos la despiertan con su llamada a la puerta.

Estos peregrinos están arrodillados frente a ella, también descalzos pero con unos pies sucios y sufridos por el caminar. El escalón de la entrada aumenta la altura entre las figuras, casi emulando un altar donde los caminantes rezan al Niño y a la Virgen.

La pintura está hecha por Caravaggio pocos años más tarde del Jubileo del 1600, en el que la Iglesia prometió el perdón eterno a todos los peregrinos que llegaran a Roma. La pintura de Caravaggio, con una Virgen tan humanizada y unos peregrinos tan suplicantes y ‘’sucios’’, levantó críticas pero también admiración hacia el genial autor. Para más inri, se cree que el modelo de la que sacó Caravaggio la cara de la Virgen fue el de Lena, una prostituta de Roma con quien mantenía una relación cercana.

Buona Ventura

Mi obra favorita de Caravaggio, no sólo en Roma sino en general, es la Buona Ventura. Aunque su título completo es ‘Zingara che legge la buona ventura’. Es decir, ‘Gitana que lee la buena fortuna’. La pintura se encuentra en los Museos Capitolinos y es una de las primeras obras del autor. Nada más verla, me quedé absolutamente prendado. El toque gentil de la mano de la gitana que lee la mano del joven resulta casi palpable. Así como la alegría y la mirada de ella, que brilla viendo el futuro del joven (pienso yo) con sus miles aventuras. Mientras él, inocente, le devuelve la mirada algo confuso y perdido. La gitana parece jugar con ese desconociemiento mientras ella casi disfruta sabiendo y viviendo con antelación todo lo que el joven tiene por vivir. Saboreando la juventud de este y tocándola a su vez, literalmente, con suavidad.

Los detalles de los ropajes, sobre todo de él, con esos tonos amarillos, me parecen algo imposible que Caravaggio hizo posible con su arte. Igual que la sonrisa y la mirada de la gitana. Observarlo me hizo también a mí sentir mi ‘buona ventura’.

obras de caravaggio en roma

La Vocación de San Mateo

Curiosamente en otro lugar no lejos de Plaza Navona tenemos un rincón lleno obras de Caravaggio en Roma: la iglesia de San Luis de los Franceses. Allí, el genio del barroco nos dejó tres increíbles pinturas dedicadas a San Mateo situadas en la capilla Contarelli.

Mi preferida entre todas es ‘La Vocación de San Mateo’. Si no apreciáramos nada más, si nos quedásemos solamente con un primer vistazo a la luz de la obra, ya sería suficiente para tacharla de obra maestra. Caravaggio crea una escena en una sala interior, iluminada desde una ventana a la derecha. Una ventana que ni siquiera se ve, pero que por cómo entra la luz se entiende perfectamente cómo es y también cómo es la sala. Un uso de la iluminación y una técnica sólo a la altura de un genio.

La figura de Jesús es la más cercana a esa luz, y su mano señala a Mateo, sentado en una mesa junto con otros hombres en una escena de la más natural cotidianidad. Es el momento en el que Jesús nombra a Mateo apóstol. Una representación realista de la escena narrada en el evangelio de San Mateo, donde éste cuenta como Jesús señaló a Mateo, que era recaudador de impuestos, y le dijo que le siguiese.

Junto a la pintura, completan el conjunto pictórico sobre San Mateo las obras ‘La Inspiración de San Mateo’ y ‘El Martirio de San Mateo’.

La Deposición de Cristo

‘La Deposición de Cristo’ es conocida también como ‘El Sagrado Entierro’. Una pintura de Caravaggio que originalmente fue colocada en la iglesia Santa Maria in Vallicella, llevada a París por Napoleón y devuelta a Roma. Actualmente se puede admirar en los Museos Vaticanos.

La obra es la versión de Caravaggio de la piedad. De hecho, aquí podemos ver la admiración del artista por Miguel Ángel, habiendo en esta pintura similitudes con la escultura de ‘La Piedad’ de Michelangelo. Por cierto, también en el Vaticano, en la Basílica de San Pedro.

‘La Deposición de Cristo’ muestra el momento de la muerte de Jesús, cuando es retirado de la cruz y los presenten recogen su cuerpo. Caravaggio representa a un Cristo con su musculatura todavía tensa y con su mano tocando la tierra. San Juan y Nicodemo sostienen el cuerpo mientras proceden a apoyarlo. Una virgen no idealizada, presentada como una mujer mayor rompiendo las reglas y buscando más realismo, sufre en silencio junto con María Magdalena. La última figura, siguiendo un orden ascendente, es otra mujer que rompe ‘’las formas’’ gritando y señalando al Cielo.

Una representación del mensaje de Cristo, en el que este baja a la Tierra (su mano tocándola) y la humanidad se reconcilia en el Cielo (las manos que lo señalan).

Madonna dei Palafrenieri

La Galería Borghese es el museo con más obras de Caravaggio en Roma. Algunas de ellas entre sus más conocidas como ‘David con la cabeza de Goliat’, ‘Baco’ o ‘Joven con cesta de Frutas’.

Mi favorita entre ellas es, sin embargo, la Virgen de los palafraneros, la ‘Madonna dei Palafrenieri’. Una pintura en la que, una vez más, Caravaggio rompe los moldes para mostrarnos también lo divino en su lado más real, natural y crudo.

Su Virgen de los palafraneros desató muchas críticas al artista por mostrar a un niño Jesús ‘’matando’’. En el cuadro, el Niño es ayudado por la Virgen a permanecer de pie, rodeándolo con sus manos alrededor del pecho. Un momento de ternura entre cualquier madre y su hijo. El niño, sin embargo, pisa con uno de sus pies la cabeza de una serpiente. En un gesto que parece totalmente voluntario y que es acompañado por la Virgen, que mira a la serpiente y se inclina hacia el Niño como ayudándolo en esa lucha.

Todo es una poderosa presentación de la victoria de Cristo contra el mal y el apoyo de su madre en su misión.

Si nos fijamos más, veremos que el pie que está en contacto con la serpiente no es el del niño sino el de la Virgen, y el pequeño pie del niño acompaña al de su madre por encima.

Crucifixión de San Pedro

Quizás la imagen más cruda y brutal, incluso de lo divino, creada por Caravaggio sea su ‘Crucifixión de San Pedro’. Una pintura que podemos ver en la iglesia de Santa Maria del Popolo.

En la obra, Caravaggio muestra a un personaje tan importante como San Pedro de la forma más dura y en el peor momento de su vida. San Pedro murió crucificado, y en una crucifixión aún más humillante de lo habitual, fue crucificado boca abajo. Aunque éste podría haber sido un deseo del propio San Pedro, no sintiéndose digno de morir en la misma posición que Cristo. Sea como sea, su rostro de sufrimiento en una escena de cruda brutalidad encoge el corazón de cualquier observador.

La pintura de Caravaggio lo presenta todavía vivo, mientras lo están preparando en la cruz ya inclinada hacia abajo. Un momento de sufrimiento y humillación para un pilar del cristianismo. Verlo así fue un verdadero terror para muchos habitantes de Roma, que apuntaron su dedo contra Caravaggio por tal osadía.

Con esta obra Caravaggio demuestra su deseo de representar las cosas de una forma cotidiana, como la gente normal, de las tabernas de Roma que él frecuentaba, veían la vida. Cruda, brutal, sin adornos y bella en su realismo.

Visitar las obras de Caravaggio en Roma

Caravaggio nos dejó un legado impagable en Roma, de belleza y riqueza artística imposible de calcular. Pero sobre todo, nos hace descubrir como Roma es siempre ‘caravaggesca’. Con una mirada atenta nos hacemos capaces de captar luces, colores y personajes que siguen vivos y no sólo en los cuadros de Caravaggio.

Si os gusta el arte y la figura de este célebre personaje del barroco, os proponemos una visita muy especial por los lugares y las obras de Caravaggio en Roma. Escribidnos y acompañadnos a recorrer la huella de Michelangelo Merisi en la Ciudad Eterna.

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Uno de nuestros tours recorriendo la Roma de Caravaggio. ¡No te lo pierdas!

Comentario

    Precioso De una calidad excelente y muy especial. Extraordinaria.

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