CurArte. La belleza y la memoria en la basílica de los Santos Apóstoles

cripta de la basilica santos apóstoles tumba felipe y santiago

CurArte. La belleza y la memoria en la basílica de los Santos Apóstoles

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Junto al Palacio Colonna, en pleno centro de Roma, se forma una plaza recogida, famosa por albergar tantas manifestaciones. Es la Piazza dei Santi Apostoli, ante la basílica de los Santos Apóstoles. Nos acercamos en este artículo a otro de los lugares en los que CurArte con la belleza de Roma.
Al final, de todas los cientos de lugares y maravillas que ver en Roma, sólo algunos, por amor, por gusto, harán que la memoria sea capaz de retenerlos. La Basílica de los Santos Apóstoles es el lugar en el que mi memoria se cura. En este lugar, desde la misma entrada, resuenan con fuerza las palabras de un poeta haciéndome sentir, sin comprender, que verdad indican:
Once I pass’d through a populous city imprinting my brain for
future use with its shows, architecture, customs, traditions,
Yet now of all that city I remember only a woman I casually met
there who detain’d me for love of me. (W. Whitman)
Una vez pasé por una ciudad populosa grabando mi cerebro para
uso futuro con sus espectáculos, arquitectura, costumbres, tradiciones,
Sin embargo, ahora de toda esa ciudad sólo recuerdo a una mujer que conocí casualmente
allí quien me detuvo por amor a mí.
estela giovanni volpato artista canova
Memoria realizada en 1807 por A. Canova en recuerdo del grabador Giovanni Volpato, muerto en 1803, y situada en el nártex de la Basílica de los Santos Apóstoles.

La Memoria, para mí, en esta populosa ciudad de Roma, se encuentra en esta mujer. Sola y única que parece hacer presente con su dolor y añorancia, lo que representa la fría piedra que tiene ante ella. La memoria es representación de la incomunicable importancia que para mí tiene ese hombre que se detiene por mi amor, más que las fechas, busto o nombre que se presentan.

Memorias en la Basílica de los Santos Apóstoles

Detrás de los datos o, mejor, ante ellos, se encuentra la memoria, viva por la conmoción.

Muchas veces lo que nos conmueve es la memoria y no el momento en el que vivimos los hechos. A veces, porque ni siquiera los vivimos y esa memoria se nos presenta como relato o como imagen. ¿Quién se acuerda del papa Clemente XIV? Confieso que bien poco sabía de él antes de haber entrado por primera vez en esta basílica. De esto hace ya muchos años, y desde entonces cualquier noticia relativa a este papa queda bien atrapada a esta memoria, como si el mármol fuera un imán.

Lo mismo me pasa con otro papa, León XI, que además duró sólo 26 días como pontífice. En ambos casos, son los monumentos funerarios los que nos los presentan gigantes, impresionantes, obras maestras. Y ya no se van del recuerdo, atados a sus tumbas, intentando estar a la altura de su memoria. La de León XI del artista Algardi se encuentra en la basílica de San Pedro; aquí, en la basílica de los Santos XII Apóstoles, el artista Antonio Canova, hace que la memoria se sienta sacudida por el poderoso gesto del pontífice y se quede confundida por las dos esculturas abatidas a sus pies: la mansedumbre y la humildad. Contradicciones del papa franciscano, poeta, músico y jinete, que pasó a la historia por haber cedido a las peticiones de Francia, España y Portugal disolviendo la orden de los jesuitas en 1773.

tumba clemente xiiii basilica santos apostoles
Monumento funenario encargado por Carlo Giorgi como signo de gratitud hacia Clemente XIV que había sido su benefactor. Canova recibió el encargo gracias a la mediación de Giovanni Volpato.

La memoria es celosa

No creo que tenga miedo de las bombas o de quedar desnuda. Más bien creo que es celosa de sus tesoros por lo que intenta mantenerlos en lo más profundo, en las criptas, en el corazón de la basílica. Quizás por eso la memoria se situaba en el corazón -de ahí acordarse y recordar- y no en el ápice o alguna parte alta del cráneo. Escudriñar la memoria, como si estuviera rodeada de tinieblas o cubierta de detritos, profundizar, remover e incluso refrescar, nos hablan de lugares que son como grutas cársicas del conocer, inmensos espacios, depósitos de tantas aguas, que quizás brotan en los momentos más inesperados, alimentando fuentes y cauces.

También aquí, en la basílica de los Santos Apóstoles, una cripta nos introduce en las profundidades de una ciudad que precisamente por esto, es símbolo del cuidado y la riqueza de los yacimientos de la memoria.

virgen de los treinta y tres en la basilica santi apostoli
Cripta de la basílica de los Santos Apóstoles realizada por Luigi Carimini entre 1869 y 1871 con un estilo que recuerda las catacumbas. En esta imagen vemos el recuerdo de la Virgen de los Treinta y Tres de Uruguay que se encuentra muy cerca de las reliquias de los apóstoles Felipe y Santiago el Menor.

Para mí es imposible saber de lugares escondidos como San Clemente, Santa Cecilia o San Crisógono y no desear esa intimidad que nos acerca a la memoria. Cómo ante un amigo, los recuerdos necesitan la atracción del bienestar y la libertad de un tiempo sin juicios para volver a flote. Si la presión es tanta, quedan sepultados, no encuentran grietas para resurgir. Eso sí, bajamos para sacar, para subir, no para encerrar la vida que pasa en el pasado perfecto, acabado.

Es bonito abajarse hasta lo que fue, como en las catacumbas, para que la memoria de quien se acerca en cada generación les dé vida y pasen a alimentar el nuevamente el tiempo. No bajamos por temor temer o para quedarnos sepultados entre esqueletos y cosas viejas.

Hacer memoria

Cuando miramos hacia el altar y el ábside de la basílica de los Santos Apóstoles, nos atrae la atención uno de los cuadros más grandes que existen en Roma con casi 7 metros de altura. En él Domenico Maria Muratori representa a los apóstoles Felipe y Santiago el Menor en el momento del martirio. Muchas veces en Roma, la memoria va asociada al último momento de vida cuando no ya al epitafio tras la muerte. Es entonces cuando se hace memoria, cuando se quiere retener ese momento importante de la vida en la que ésta se entrega. Se hace memoria también cuando ya no están los protagonistas y parece que ella es la única fuerza capaz de vencer al olvido de la desaparición.

altar mayor basilica santos 12 apostoles

Pero hacer memoria es también presentar el futuro. Recordar el porvenir es también una forma para que el presente busque un camino que aún no está trazado pero cuya meta ya entrevemos. Así nos lo presenta la bóveda de la sacristía con una tela de Sebastiano Ricci en la que nunca un cielo me pareció tan acogedor, ligero y real: la memoria se hace promesa.

Al mismo tiempo, en lo alto del ábside, cayendo por encima del arco, entre sombras de trampantojo y cálidos cielos, se hace memoria incluso de un cataclisma, de la mayor pérdida. Nos preparamos para acoger aquí abajo a aquellos ángeles rebeldes que Giovanni Odazzi en el siglo XVIII dejó permanentemente cayendo desde el cielo. Una caída que dura desde mucho antes y que ahí sigue, curando la memoria como una advertencia: no olvidar, por la cuenta que nos trae.

Traer a la memoria

En 1959 Clemente Busiri Vici encontró por casualidad unos frescos del siglo XV que formaban parte de la decoración de la capilla del cardenal Besarión. En 1439, tras el concilio de Florencia que logró una momentánea unión entre los cristianos occidentales y orientales, el papa Eugenio IV nombró a Besarión cardenal de la basílica de los Santos XII Apóstoles. Luego, Pío II lo hará cardenal protector de los frates menores, los franciscanos.

El encuentro en la basílica de los Santos Apóstoles con el recuerdo del cardenal Besarión es una ocasión para curar la memoria. Rescatando antiguos escritos, re-presentando lo que fue y sigue siendo, él recordó a la Iglesia de Oriente y de Occidente que compartían una identidad común, una genealogía familiar en las palabras que expresaban el contenido de la fe.

La memoria, el rescate de lo vivido, había permitido reconocerse. Sin memoria no hay identidad y no se puede ir adelante, como nos recuerdan tantas películas. Quien pierde la memoria no sólo está condenado a repetir lo mismo sino a no reconocer ni siquiera quien es.

memoria cardenal besarion basilica santos XII apóstoles
Memoria del cardenal Besarión en la basílica de los Santos Apóstoles

En el escudo del cardenal Besarión veo dos brazos que sostienen la cruz al mismo tiempo. Ese trofeo se lleva mejor con dos manos, dos brazos que se tienden uno hacia el otro y que, por tanto, son de dos personas. La memoria, las memorias, se complementan, se curan, entre varios, no sólo desde un único punto de vista.

Descubrir, para traer a la memoria

Otra forma que tenemos para traer a la memoria, para hacer que afloren las memorias, es reestructurar, quitar encalados, añadiduras, suciedades, para descubrir lo que hay debajo. En la basílica de los Santos Apóstoles, en 1959, lo que había quedado tapado para seguir construyendo, se descubre como hermosa huella con un valor que merece vencer el olvido, la decadencia o incluso las estructuras que vinieron más tarde.

Ver estos frescos significa ya recordar, emocionarse. Descubrir una obra es una cura para la memoria porque la despierta, incita y alimenta. Ver, contemplar, ilumina la memoria.

Luego vendrá un gran trabajo para recuperar tanto cuanto sea posible esos tesoros escondidos. Llegará el momento de buscar textos que los mencionan, que nos hablen de los autores, del arte del renacimiento en Roma. El recuerdo ilumina la mirada.

Así, vista y memoria se dan la mano para enriquecer el presente: Vale la pena recordar y re-presentar.

capilla besarion frescos siglo xv

Traer a la memoria para que ella nos lleve

Hay algo indescriptible, un puente construido de memoria como el que nos hace reconocer detalles familiares, rasgos conocidos, incluso a una gran distancia de tiempo y espacio. Así la memoria juega con nosotros proponiéndonos ‘parientes misteriosos’. Imágenes que con la memoria nos hacen encadenar historias y ver el hilo que las va uniendo. Es como una via láctea que podemos seguir en Roma y más allá de sus murallas.

Por ejemplo, es una bonita sorpresa encontrarnos en el palacio del Quirinal con un precioso fragmento que pertenecía al ábside de esta basílica de los Santos Apóstoles. En él, Melozzo da Forlí hace que podamos contemplar la hermosura de un cielo renacentista. Un cielo que seguramente contempló Miguel Ángel pues hay algo en la forma y perspectiva de Jesús en el Juicio Final que nos lo recuerda. Juega con nosotros la memoria ayudada por la imaginación. Por cierto, en esta iglesia descansaron los restos mortales del gran artista antes de que los trasladasen a Florencia.

fresco melozzo da forli santi xii apostoli quirinale
Fragmento del fresco realizado por Melozzo da Forlí que estaba en el ábside de la basílica de los Santi xii Apostoli. Actualmente se encuentra en el palacio del Quirinale

Perder la memoria en los Santos XII Apóstoles

Luego, tras haber recibido tanto, por incapacidad o elección, dejamos tanto. Una buena cura para nuestra memoria es la de aprender a dejar a otros, sin tristeza, lo que recibimos y seguramente no podemos retener. Escribir, pintar, grabar en piedras… todo vale y de todo nos podemos valer. Eso sí, cuidar la memoria es cuidar también el soporte, lo más básico para que el viento, la humedad, el sol, el desgaste vayan borrando esas huellas que quisiéramos conservar.

entrada basilica santi apostoli

El león del Vassalletto nos habla de la belleza medieval, recostado, quieto como un devoto y fiel guardián, en espera de ‘who detain’d me for love of me’. Desde los orígenes de esta iglesia en el siglo IV, pasando por la arquitectura de Baccio Pontelli en el siglo XV hasta llegar a la gran reconstrucción de inicios del siglo XVIII, todo parece dejar una huella, aunque no podamos descubrir su cuerpo. Algo queda, como este león y otros restos antiguos recogidos en el atrio de entrada, no siempre lo más importante. Y tanto se va, se pierde para siempre o hasta que quizás alguien lo rescate del vacío convirtiéndolo en memoria. Una memoria que en cada tiempo nos sorpenda ofreciéndonos nuevos motivos para recordar pero que también se muestra débil y necesitada, perdida en Roma.

Horarios e información para visitar la Basílica de los Santos Apóstoles

La basílica está abierta todos los días desde las 06,30 a las 12.00 y desde las 16.00 hasta las 19.00. Los domingos por la mañana abre a las 08.30.
La comunidad de los ‘Frati minori conventuali’ vive y cuida el culto en esta basílica que pertenece al estado italiano.

Además de las celebraciones religiosas la basílica es famosa como lugar para las confesiones (hay siempre sacerdotes disponibles) y por las numerosas actividades musicales. La Cappella Musicale Constantiniana de la basílica es una de las más importantes de la ciudad.

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