La basílica de San Clemente es un árbol maravilloso que crece con raíces profundas y una preciosa copa. Se anuda a un terreno maravilloso surcado, incluso, por una vena subterránea de agua cantarina.
Raíces en San Clemente
En el s. XIX empezaron las excavaciones para contemplar este mundo que ha ido creciendo como una hermosa planta. Nada más bajar las escaleras para entrar en el subsuelo, nos encontramos con una isla. Rodeada de agua con peces esta isla acoge una escena preciosa con una madre que abraza con alegría a un niño. Es el relato de un milagro que nos lleva hasta el lejano Mar de Azov. Una curiosa forma de traernos con sus colores un puente de unión entre Ucrania y Roma. Allí nos bañamos en la historia del papa Clemente, uno de los primeros obispos de Roma en el s. I. Hasta esta isla en la que estuvo su tumba quieren llegar estas raíces y nos traen sabores, formas de Oriente.
Según la tradición fueron Cirilio y Metodio los que en el siglo IX trajeron de vuelta las reliquias hasta Roma, depositándolas en esta basílica. Su memoria se conserva en cada rincón, literalmente ‘anclada’ en sus paredes. Atado a un ancla Clemente sufrió el martirio en tiempos de Trajano y esa ha quedado como una marca.
Siguiendo los espacios bajo tierra seguimos disfrutando de los colores y formas que nos hablan de la basílica del s. IX. Esta basílica se construye sobre el antiguo ‘titulus’ y fue destruida en el s. XI. Tras la devastación y el incendio que provocó esta terrible experiencia provocada por Roberto de Altavilla, el Guiscardo, el espacio de la basílica se rellenó con tierra y escombros para ser el fundamento de la basílica superior cosntruida en el s. XII.
Mitra y casas romanas bajo San Clemente
Estos ambientes que ahora han quedado bajo tierra, un tiempo eran una calle, salas, habitaciones, un patio. Una página de historia que el tiempo ha pasado dejándola sólo como memoria hasta que las excavaciones la han abierto de nuevo.
La sensación es la de contemplar la vida del s. I y II convertida en espacios en donde imaginar los asistentes a una reunión del famoso culto de Mitra, o el paso de tantas personas sobre los suelos con ladrillos colocados a espina de pez.
Sarmientos y frutos en la basílica de San Clemente
El árbol seco de una cruz se convierte en un árbol de vida en el mosaico del ábside. Sus ramas se extienden entrando por todas partes: en la vida cotidiana, entre los doctores, junto a los pavos reales de la inmortalidad, entre las fuentes del paraíso y una campesina que da de comer a sus pollos.
Todo esto, vivificado por la sombra, los colores, la savia, frutas y oxígeno que nos llevan con los ojos hasta tocar el cielo. Aunque, la verdad, parece que es el cielo el que, con una mano misteriosa, se acerca a este árbol y nuestra tierra.
El primer fruto del Renacimiento en San Clemente
El patio funciona como nartex. Es un lugar maravilloso, bosque de columnas y tranquilidad entorno a una serena fuente. Es más, parece una deliciosa ante sala para el mundo que encontraremos dentro. Nada más entrar, a la izquierda, nos espera una sorpresa suculenta.
En tiempos de Martín V, con Roma renaciendo tras el destierro de Avignon, Masolino de Panicale nos trae colores, formas y palabras. Nacían nuevos espacios y también un nuevo lenguaje de la pintura en Roma. Se trata de la capilla Branda Castiglioni con su San Cristobal en la base del pilar. Sobre uno de los pocos arcos góticos de la ciudad nos sorprende una preciosa Anunciación.
En la pared izquierda, la historia de Santa Catalina de Alejandría nos habla de un mundo en el que una mujer filósofa había defendido sus ideas. Contra ella vemos sesudos personajes apoyados en el poder tradicionalista del emperador Majencio. Catalina se había formado en ese ambiente de alta cultura y conseguía hablar de esa cruz, una locura contradictoria. Era, además, una novedad demasiado arriesgada y eficazmente expuesta ante una escuela tan importante como la alejandrina.
Entre el Coliseo y San Juan de Letrán esta isla, este árbol, nos espera. De esta forma, podemos ir leyendo páginas y páginas con hermosas palabras vivas, sus espacios, en Roma.
Te invitamos a visitar san Clemente con una de nuestras guías especializadas. Si participas en nuestro tour del Coliseo por la mañana, tras una pausa para comer, puedes disfrutar de las bellezas de San Clemente. Probaremos la emoción de ser arqueólogos en las profundidades de Roma.