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El Palacio de Montecitorio se encuentra en pleno centro de Roma y es uno de los edificios más importantes para la política italiana, pues es la Cámara de los Diputados de la República Italiana. Se trata, además, de una obra del maestro del barroco Bernini. Junto con su obelisco dan luz a Roma y son, en mi opinión, uno de los lugares en donde acudir para CurArte el habla.

El Palacio de Montecitorio es el edificio sede del parlamento italiano. Se encuentra en pleno centro de la ciudad, a escasos pasos de la Via del Corso. La principal arteria del centro histórico de la capital y punto clave del shopping. El palacio no nace con la finalidad de acoger al parlamento sino que su origen se remonta siglos atrás, al barroco romano, y tiene como a uno de sus padres al grandísimo Gian Lorenzo Bernini. Palazzo Montecitorio pasó así de ser una residencia para la familia Ludovisi a centro administrativo del gobierno pontificio. Luego, el 27 de noviembre de 1871, acogió y desde entonces acoge, la reunión de la cámara de diputados italianos.

Este enorme palacio, junto con el cercano de Palazzo Chigi, forman uno de los edificios más famosos para todo italiano y uno de los lugares que ver en Roma para todos los que visitamos la ciudad. Un lugar en donde el Arte de construir está al servicio del arte del diálogo, de la discusión, del parlamentar para que las leyes, como una gramática vital, intenten hacer menos caótica la vida común.

Escondido a plena vista

El Palacio de Montecitorio es una construcción de un tamaño considerable. Difícil de esconder… en cualquier ciudad menos en Roma. A pesar de sus dimensiones y de su importancia en la política nacional, es un lugar que pasa desapercibido a las miradas de muchos viajeros. Y eso que se encuentra en un lugar muy concurrido.

Más o menos a la mitad de la Via del Corso, a la altura de la Galleria Alberto Sordi, está Piazza Colonna con la majestuosa Columna de Marco Aurelio. Detrás de esta plaza, otro rayo de sol se ha petrificado y hace de eje de otra plaza. Frente a un obelisco y disfrutando de la protección del sol y las miradas que le da Piazza Colonna, está el Palacio de Montecitorio.

El obelisco de Montecitorio

El parlamento italiano está rodeado de lugares interesantes. Sin irnos más lejos, el Templo de Adriano está a sólo unos pasos y caminando un poco más hacia el Tíber, nos encontramos con el Panteón y con Plaza Navona.

De todas maneras, el Palacio de Montecitorio y su plaza son un atractivo que no merecen ser pasados por alto. Subjetivamente, lo que más me atrae de este lugar es el obelisco. Original egipcio, procedente de la ciudad de Heliópolis, a la que tanta importancia dieron Seti I y Ramsés II.

Fue el emperador Augusto el que trajo a Roma el obelisco y lo convirtió en el reloj de sol más grande de la antigüedad. Mejor dicho, en la ‘’aguja’’ de dicho reloj. Pues era la sombra del obelisco la que marcaba la hora en la enorme base construida en su entorno para indicarla.

obelisco montecitorio

El obelisco había quedado roto y sepultado hasta mediados del siglo XVIII. Un poco más tarde papa Pío VI en 1789 decidió restaurarlo y ponerlo en la posición actual.

museos vaticanos pio VI obelisco montecitorio
En los Museos Vaticanos nos encontramos con esta pintura que representa a Pío VI que decide colocar el obelisco ante Montecitorio

Palacio de Montecitorio: fruto del barroco

Centrándonos en el Palacio de Montecitorio, podemos afirmar que es un fruto del barroco en Roma. En el siglo XVII, el papado encarga a Bernini la construcción de este palacio en una colina secundaria de la ciudad, el monte Citorio, del que cogería el nombre.

Aunque no sólo los Estados Pontificios estaban involucrados, pues la obra tenía como finalidad la de ser una residencia para la poderosa familia Ludovisi.

Aunque Bernini se puso manos a la obra y avanzó en los trabajos, la construcción del palacio sufrió diversos aplazamientos y hasta llegó a pausarse debido a tiras y aflojas entre el papado y los Ludovisi. Tanto que fue Carlo Fontana quien acabaría cogiendo el testigo de Bernini y terminándolo a finales del siglo XVII siendo papa Inocencio XII. Fontana cambió alguna de las ideas previas de Bernini. Por ejemplo, decidió añadir el campanario que corona la fachada y el portal con tres entradas sobre el que colocó un precioso balcón. Por cierto, este balcón era famoso para todos los romanos porque desde él se anunciaban los números vencedores de la ‘primitiva’, en italiano los números del ‘lotto’.

De todas maneras, el sello inconfundible del genio barroco Bernini tiene su puesto en el Palacio de Montecitorio. Sobre todo en las escalinatas de su interior.

Su centralidad, amplitud y elegancias hicieron que desde 1696 este palacio fuera la sede de la Curia, de Governatorato di Roma y la central de policía pontificia.

Cámara de los Diputados

Pero todavía tomaría siglos para que el Palacio de Montecitorio acabara siendo la sede del parlamento italiano: la Cámara de los Diputados.

El edificio, como muchos otros en poder del papado, pasó a manos del nuevo Reino de Italia con la unificación de todo el país en el 1870. En una primera fase y hasta mediados del siglo XX, fue sede de un parlamento bajo la monarquía constitucional. Luego, cuando Italia pasó a ser una República tras la II Guerra Mundial el edificio volvió a albergar un variopinto panorama de diputados haciendo que el palacio de Montecitorio volviese a la vida. Por cierto, el edificio para poder ser sede del Parlamento tuvo que modificarse y adaptarse para su nueva función, ya que no contaba con salas acordes ni con una acústica decente. Incluso se creó toda una fachada nueva en la parte posterior realizada por el gran arquitecto Ernesto Basile con su característico estilo Liberty. Esta nueva vida del Palazzo di Montecitorio hizo que se convirtiese en una entera manzana, con espacios aún más grandes y funcionales.

Espacios con nombres tan preciosos como la Galleria dei Passi Perduti o el Transatlántico alimentan nuestra imaginación a la hora de pensar en el palacio de Montecitorio.

Plaza Montecitorio

Visitar el Palacio de Montecitorio

Por su función, no se puede visitar el interior del palacio salvo en eventos y situaciones puntuales. De todas maneras, acercarse a apreciar su exterior y todo lo que lo rodea es siempre un buen plan del que no te arrepentirás.

Te aconsejamos que visites este enlace en el que encontrarás imágenes, fotos antiguas e información sobre la historia, belleza y vida cotidiana en torno a este precioso palacio, tan significativo.

Y, si quieres profundizar y conocer tanto el Palacio de Montecitorio como los mejores atractivos del centro de Roma, te aconsejamos apuntarte a nuestro tour Plazas de Roma.

Curiosidades

En la fachada destaca el reloj, campana y clesidra de bronce representada en lo alto. Cuando se inauguró el edificio como Curia a finales del siglo XVII esa campana sonaba desde las 07.45 hasta las 08.00 para anunciar a toda la ciudad que empezaba la jornada laboral para empleados y estudiantes.

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