Sin embargo, todo cambió con la llegada de la primera guerra mundial. Italia y Roma se sumieron en una grave situación que provocó mucha pobreza y el descontento de la población. Este escenario facilitó el ascenso de las ideologías extremistas y, en el 1922 con una famosa ‘marcha sobre Roma’, Mussolini se hizo con el poder vaciando las instituciones democráticas y centrando en su persona el gobierno de Italia.
Durante sus años en el poder surgió la Ciudad del Vaticano. El papado se había negado a aceptar su dependencia política al estar dentro de la nueva Italia. Se creó así la ‘cuestión vaticana’ entorno al poder temporal del pontífice y sus relaciones con Italia unida. Mussolini, en lucha con la organización social católica pero buscando su apoyo pactó y reconoció de manera oficial la colina vaticana como un estado propio en el que el Papa sería la máxima autoridad.
Con Benito Mussolini en el poder, Roma siguió creciendo en tamaño y población y se alzó todavía más como centro del país. Tuvieron lugar numerosas e importantes construcciones como los estudios Cinecittà o el Palazzo della Civiltà Italiana, surgieron nuevas zonas urbanas como el EUR y muchos monumentos fueron restaurados. El ‘duce’ recurría mucho a la comparación de su mandato con el Imperio Romano. De hecho, incluso declaró a Roma como imperio nuevamente tras varias guerras de conquista en África.
En la segunda guerra mundial, debido a su alianza con la Alemania nazi, Mussolini fue derrocado cuando los aliados recuperaron Roma en el 1944. Pese a los graves destrozos que sufrieron otras ciudades europeas durante la guerra, Roma y su patrimonio fueron enormemente respetados por los aliados que trataron de proteger su valor cultural e histórico en su toma. Dos años más tarde, en el 1946, tras un referéndum Italia renacía como República con Roma como capital.
Las dos décadas posteriores Roma vivirá un gran auge cultural, económico, social, demográfico y urbanístico. La población creció rápidamente y nuevas zonas fueron urbanizadas. Por primera vez se superaró el número máximo de habitantes alcanzado durante el Imperio (una cifra que rondaba entre 1.200.000 y 1.700.000 personas). A esto estuvo unido el importante desarrollo del transporte, con la creación de la nueva estación de Termini (la más grande de Italia) y la red de metro de Roma. Un desarrollo que se vio potenciado con el año Jubileo en 1950 y con la responsabilidad de albergar los juegos olímpicos de 1960.
Es aquí, en los años 50 y 60, cuando el cine italiano tiene su edad dorada, con Roma y sus estudios de Cinecittà como centro. Grandes autores como Federico Fellini hicieron de Roma el centro del mundo artístico. Numerosas películas históricas para el séptimo arte se rodaron en Roma durante estos años, mostrando al mundo su esencia, historia y belleza. Como el clásico del cine Ben-Hur, filmado en Roma y estrenado en 1959 o Vacaciones en Roma en el 1953.