Amanece en un pequeño apartamento del Coppedè cerca de Villa Borghese y de la Universidad ‘La Sapienza’. Es un primer piso con una terraza que da al patio del Liceo Avogadro.
Una de las mil y una noches: Coppedè
La noche pasó rapidísima en un profundo sueño del que no quedaban rastros de imágenes aunque sí la sensación de haber estado muy lejos. El aroma del café fue el que dio un poco de conciencia a mis movimientos.
Seguía sintiéndome con una sensación de tensión como la que me había acompañado hasta el sueño la noche anterior. No era solo cansancio. La necesidad de conciliar las múltiples facetas que me presentaba mi vida y la vida que contemplaba. Todos tenemos secretos, pero no se podía reducir la comprensión de una persona a una vida secreta. Hay relaciones que son difíciles de explicar e intenciones oscuras, pero no se pueden reducir a tramas y subterfugios exotéricos que condicionan toda la vida. Ver en todo un lado misterioso deja en penumbra el verdadero misterio de los claroscuros de la vida. Y Roma son sombras y luz en todo momento.
Villino delle Fate en el barrio de Coppedè
Decidiendo
-¿Qué tal has dormido?
-Muy bien, gracias. Donde vamos hoy.
-La verdad es que no lo sé. Estaba ojeando el Roma c’è para hacerme una idea. Sabes, en esta ciudad con miles de eventos y lugares para visitar que son como un río de savia, es difícil encontrar las fuentes que te indiquen donde tomar el agua… si es que no acabas enredado en la Red.
-Abre el libreto en una página y lee la primera noticia que encuentres.
-¡Ah!, lo dejamos al caso.
-¿Por qué no?
-‘Piazza Mincio. Desde las 10.00 hasta las 14.00 Actividades para niños y mayores descubriendo la arquitectura del barrio del Coppedè. Visitas guiadas, juegos al aire libre’.
-Venga, vamos.
Decoraciones en la entrada de una de las casas de los embajadores, en plaza Mincio, barrio Coppedè
Era una mañana templada que presagiaba la primavera.
En Termini se subieron al autobús 86 y se bajaron en Plaza Buenos Aires, Piazza Quadrata para los romanos.
Llegamos al Coppedè
Pasando la fachada brillante de mosaicos de la Iglesia Argentina llegaron a la entrada del barrio Coppedè como si fuera una ciudad aparte. La entrada es un inmenso chaflán protegido por torres, pero sus piedras poseían figuras que lo convertían en un palacio. Una mole medieval con arquitectura barroca, recovecos góticos, arcos de época imperial, pinturas que recordaban el renacimiento florentino, ventanas traídas desde el neoclásico nórdico de los Savoya… ‘Artis praecepta recentis maiorum exempla ostendo’. Lo antiguo y lo nuevo, la vida cotidiana y lo extravagante, la geometría y los símbolos, lo útil y lo supérfluo se daban cita convertidos en piedra.
Familias con sus niños jugaban en Plaza Mincio entorno a la fuente adornada por pequeñas ranas, más prosaicas y rumorosas de las tortugas del Ghetto. Varios animadores repartían colores, cartulinas y papel, organizaban juegos dibujados sobre el asfalto. Algunas personas más mayores se habían reunido en torno a un guía que teatralmente hablaba del edificio de la Araña, de el de las Hadas, de los Embajadores, Zodíacos, relojes de sol, arietes… como un mundo de sueños hecho realidad. Los pequeños jugaban y los grandes se contaban cuentos.
Un niño, gracil, bajito, de pelo corto y encrespado, corría de un lado a otro, se subía a las vallas, hasta que de repente uno de los animadores extendió en el suelo un gran rollo de papel. Una senda imaginaria y virgen que lo hizo dejar todo, coger sus rotuladores y construir su propio mundo.
Otra Roma, fantástica.
Eneas se quedó mirándolo hacer. Movimiento irrefrenable y control, un camino blanco y un mundo interior de mil colores. Ese era el misterio que lo asombraba: mundos que se entrelazaban, que se superponían. El niño, el barrio, Roma, movimientos y quietud. ¿Qué será de ese niño? ¿quién lo verá crecer?¿Revolucionará el arte o conducirá un taxi como Armando? Su viaje, cualquier escena de cualquier plaza tendrían su sentido en él y al mismo tiempo un halo de misterio, de compleja sorpresa preparada por la Providencia.
Normal, pequeña, insignificante para la trayectoria del mundo, como la mano de aquella niña llamada Esperanza, era aquella mañana fría y clara.
El barrio Coppedè en ‘Lugares donde el dolor se calma’
Al llegar a casa leo las palabras de César Antonio Molina recordando su paso por el barrio: «Gino Coppedè era arquitecto y escultor, y llevó a cabo esta pequeña ciudad que parece arrancada de un cuento de hadas. Las casas y palacios son art déco y están decoradas con elementos de la naturaleza, mitológicos y medievales. El eje central es la Plaza Mincio, a la que se accede a través de un gran arco del cual pende una enorme lámpara de hierro.
La noche llena de sombras estos edificios que parecen decorados cinematográficos expresionistas. En el número 2 de la Piazza Mincio hay un edificio que Coppedè copió del filme Cabiria de 1914 y del ambiente mágico creado por Segundo de Chomón. Un sueño que la técnica y el arte hacen realidad en la película y que el arquitecto pondrá en piedra en el año 1926.
A su vez, el director de cine Dario Argento tomará como escenario esta arquitectura romana de entre guerras para su film El pájaro de las plumas de cristal.
Si quieres una visita guiada privada en el barrio Coppedè de Roma no dudes en escribirnos a [email protected]. Contigo, tu Guía de turismo En Roma
Para llegar hasta el barrio te aconsejamos que utilices el metro línea B hasta la parada ‘Policlinico’ desde allí se tardan 10 minutos a pie o puedes utilizar uno de los tranvías (3 y 19) que te acercan a Plaza Buenos Aires. En autobús, puedes utilizar el 63 o el 92.