Cuando Augusto terminó la construcción del Teatro de Marcelo dedicándolo a su sobrino no pensaba que un día mi hijo Yago lo dibujaría. Tampoco podía imaginar que muchos de nosotros pasaríamos a su lado preguntándonos por el parecido que tiene con el gran símbolo de la ciudad, el Coliseo.
El arte de sobrevivir
Augusto tampoco habría podido pensar que este teatro se convertiría en una fortaleza, residencia primero de la familia Savelli y luego de los Orsini. Y hasta aquí fue capaz de llegar para sobrevivir los embites del tiempo. La verdad es que este teatro, siguiendo las huellas del de Pompeyo, el primero de piedra que se construye en Roma, fue construido para dar lustre a una ciudad que era capital de un imperio. Julio César había empezado el proyecto pero sólo en el 13 u 11 a. C. fue dedicado oficialmente por Augusto dedicándolo a Marcelo que había muerto en el 23 a. C. Memoria de unas esperanzas truncadas convertidas en espacio para que el teatro, las musas, Apolo, lo hicieran inmortal con el teatro.
El primer teatro de sólida piedra que ha conseguido vencer al tiempo, con arcos bien erguidos, testigo superviviente de la Antigua Roma. Se halla muy cerca de los grandes mercados del Foro Olitorio y Foro Boario. Se alza sobre la antigua curva del Circo Flaminio, convertido entonces en una simple explanada rectangular.
Su semicírculo se extiende como un abanico a la sombra del Campidoglio, acariciado por la brisa del río que corre ruidoso y rápido como para esquivar el obstáculo de la isla Tiberina. El Teatro de Marcello precede de casi un siglo al Anfiteatro Flavio que lo duplica en una solución genial, redonda. Nace así un lugar realmente privilegiado para que la misma Roma se convierta en un espectáculo.
Muy cerca de las columnas dedicadas al dios actor Apolo había un espacio ya desde el 179 a. C. dedicado a teatro en donde se desarrollaban los ludi Apollinares. Cuando Julio César decide construir un teatro de piedra destruirá para ello el templo de la Piedad. Una decisión que le valió numerosas críticas. Como las que también recibió poco después Augusto cuando siguió derribando otros edificios para hacerlo aún más grandioso.
Teatro Marcelo: Un teatro – fortaleza
El ‘teatro di Marcello’ está muy cerca del río y de la Isla Tiberina. De ahí que desde la alta Edad Media los Pierleoni y los Fabi lo hayan utilizado como bastión defensivo para sus zonas de influencia en la ciudad. Ya en el siglo XIII todo este espacio pasa a los Savelli. Luego sería Baldasarre Peruzzi el arquitecto que lo fortificó dando al Teatro de Marcelo el aspecto con el que lo vemos hoy en día. La familia de los Orsini, siempre en el vértice del poder ciudadano, se hará con esta importante fortaleza y palacio en el siglo XVIII.
Las primeras fotos que se sacaron de la ciudad lo vieron como protagonista, lleno de vida, como la carena de un barco en el arsenal. Sus arcos albergaron tiendas y puestos de artesanos, carnicerías junto a bodegones de vino a granel de los Castelli. Hasta hace poco junto a él surgía un gran mercado en una plaza cerrada. Eso fue antes de los trabajos realizados entre 1926 y 1932 para liberar el monumento y abrir la calle que lleva hacia el sur-oeste, hacia el mar, saliendo de Plaza Venezia.
El teatro de Marcelo, con los achaques de los años pero bien reconocible, ha perdido estatura. De los 32 metros de altura ahora se ha quedado con unos 20. Ha perdido el adorno de las grandes máscaras de mármol, el escenario y la gran esedra que había detrás. Pero ahí está, sobreviviendo literalmente, porque la vida sigue instalada sobre él. No son los 15.000 espectadores que lo inundaban en época de augusto pero sí los cientos de personas que cada día se acercan hasta él.
Visitar el Teatro de Marcelo
Podemos entrar en el parque arqueológico que lo rodea aunque no acceder al interior, convertido en un edificio. Junto al teatro podremos admirar los templos de Apolo, de Bellona y el maravilloso portico d’Ottavia.
Para una visita guiada con EnRoma que incluya el Teatro de Marcelo puedes escribirnos a [email protected]
