«En Puerta Salara se descubrió el cementerio de Santa Priscila, matrona romana, en el que, mientras vivió, reunió muchos cuerpos de santos». Así se publicaba el 28 de junio de 1578 el descubrimiento casual de las actual ‘catacumba anónima de via Anapo’ confundiéndolas con las catacumbas de Priscila.
De hecho, el 31 de mayo de ese mismo año, unos excavadores de piedra ‘pozzolana’ lo habían descubierto en lo que era la ‘viña Sanchez’. Desde ese momento la ‘subterranea civitas’ suscitó un renovado interés en estudiosos como el cardenal Cesare Baronio, Alfonso Chacón o Antonio Bosio. Empezaron a acercarse hasta este extremo de la ciudad muchos curiosos por la gran cantidad de epígrafes y pinturas que contenía.
Por desgracia, pocos años después de este descubrimiento un derrumbe de terreno volvió a sepultar la entrada a estas catacumbas. En 1921, siempre fortuitamente, mientras se construían los fundamentos de un edificio en via Anapo, volvieron a la luz. Fue entonces cuando se estudió estas catacumbas determinando que nos encontrábamos ante el ‘cementerio anónimo de via Anapo’, muy cerca de las catacumbas de Priscila, pero que no pertenecían a ellas.
Como podemos ver, este mundo subterráneo, tan rico y diversificado, a lo largo de las vías consulares, nos introduce en el descubrimiento de auténticas edificaciones bajo el suelo. Algunas de ellas, olvidadas durante siglos y que aún siguen sin excavar en muchas partes. Un mundo destinado a darnos muchas sorpresas.
En la via Salaria Nuova, las más famosas y antiguas son las catacumbas de Priscila. El nombre que se le dio fue el de Cementerio de Priscila en San Silvestro (Cymiterium Priscillae ad sanctum Silvestrum, via Salaria según el Index Coemeteriorum del siglo VI). Este nombre deriva de una Priscila, de la familia de los Acilios, cuya inscripción aparece en el hipogeo del primer nivel.
Información
Entradas y precios:
Reducida: 5 euros.
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Cómo llegar:
Con las líneas 92 y 310 que salen desde Termini.
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Mártires y papas en las catacumbas de Priscila
La Depositio Martyrum y la Depositio Episcoporum a mediados del siglo IV citan la primera presencia de sepulturas de mártires y papas en estas catacumbas. El 10 de julio, Félix y Felipe, dos de los siete hijos de santa Felicidad que fueron martirizados bajo el emperador Diocleciano (284-305). El 15 de enero el papa Marcelino (296-304), siempre mártir durante esta persecución. Y más tarde, el papa Silvestre (314-335) que había construido una basílica dedicada a los dos mártires Félix y Felipe, hoy englobada en la iglesia que se encuentra dentro del recinto de Villa Ada.
Durante toda la Edad Media, los itinerarios dedicados a los peregrinos ponían estas catacumbas como una meta imprescindible. Esto se debe a la gran cantidad de mártires y a la amplitud de este cementerio en la parte norte de Roma. El interés por estas catacumbas continúa en el Renacimiento como testimonian las firmas que dejaron los académicos de Pomponio Leto.
Priscila sería una hija de de un Acilio Glabrión, cónsul en el 186 d. C. y descendiente del Acilio Glabrión condenado a muerte por el emperador Domiciano (81-96) con la acusación de ‘querer instaurar cosas nuevas’ como nos indica Suetonio en el capítulo X de su Vida de Domiciano. Bajo estas palabras, quizás se esconde el hecho de fuese un cristiano.
Visitando las catacumbas de Priscila
Cuando llegamos a las catacumbas habiendo reservado previamente, nos acogen con gran amabilidad las religiosas benedictinas que las custodian.
El primer nivel, tortuoso y más antiguo, es también el más interesante desde el punto de vista artístico. En él encontramos incluso los espacios de cisternas, cunículos hidráulicos y túneles de la cantera de puzolana. Los núcleos más primitivos son 5 de inicios del siglo III. Cuando bajamos desde la escalera moderna, accedemos a una de estas áreas, el arenario, precisamente una zona donde existía una antigua cantera.
Al final de la galería llamada ‘de los sarcófagos’ encontramos la famosa pintura de María con el Niño y el profeta Balaam que indica una estrella. Es una pintura de época severiana, de inicios del siglo III y representa el primer testimonio gráfico dedicado a María.
Siempre en esta zona del arenario pero hacia el sur encontramos el cubículo de la Velatio. Su nombre deriva de una espléndida imagen de una mujer con velo y en actitud orante pintada en el centro de un arcosolio. A los lados, aparecen representados varios momentos de esa mujer durante su vida cotidiana: a la izquierda, su boda; a la derecha cuando tiene en brazos un niño pequeño.
Además de esta pintura, nos encontramos con otras imágenes que nos hablan de la salvación: los tres jóvenes en horno, Abraham e Isaac, el profeta Jonás y una representación del Buen Pastor, joven y hermoso, rodeado por un jardín paradisíaco.
Todas estas pinturas son de época del emperador Galieno (253-268) por su fuerte expresividad, retomando modelos clásicos, como estaba de moda en ese período.
Capilla griega e hipogeo de los Acilios
Pasamos luego a otra de las zonas más antiguas e interesantes: un criptopórtico que englobaba una antigua cisterna de la que aún podemos ver un tubo de plomo y el opus signinum que impermeabiliza las paredes. Dentro de este criptopórtico se encuentra la ‘Capilla Griega’, así llamada por las dos inscripciones griegas pintadas sobre el recebo. No se trata de una iglesia subterránea sino de un mausoleo hipogeo con asientos. En la parte final de este ambiente hay un fresco muy interesante en el que se representa una ‘fractio pani’ alusiva al banquete celestial pero también a la eucaristía.
En las paredes de este ambiente hay, además, numerosas referencias a episodios bíblicos en los que se habla de la salvación: Moisés que hace manar agua de la roca en el desierto, la vida de Susana que se libra de la perfidia de los viejos, Noé en el arca, la resurrección de Lázaro y la adoración de los Reyes Magos. También un ave fénix que, desde la tradición pagana, pasa a ser símbolo de la resurrección en época paleocristiana.
Tras pasar por un ambiente denominado ‘hipogeo de Eva’ por una pintura que la representa, llegamos a la zona del hipogeo de los Acilios que se empezó a excavar en la segunda mitad del siglo XIX por G.B. de Rossi. Era una zona funeraria fechada a finales del siglo I con una parte sobre el terreno y otra bajo tierra. En la parte superior, en el siglo IV, utilizando el mausoleo de los mártires Félix y Felipe se construye la basílica de San Silvestro que constituye la etapa final de la visita en estas interesantes catacumbas.
Para disfrutar de esta visita combinándola con un tour en el barrio del Coppedè o incluso en la Galleria Borghese os aconsejo que contratéis una visita guiada privada con uno de nuestros guías expertos.
2 Comentarios
Como puedo visitar la tumba de Santa Filomena en las Catacumbas? Tengo que comprar ticket ? Dinde lo compro?
Hola, Blanca, puedes visitar la tumba de Santa Filomena al visitar las catacumbas de Priscilla. Aquí tienes el enlace para reservar y así tener entrada e incluso visita en español: https://www.catacombepriscilla.com/informazione/ Buen viaje.