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El Quirinale lleva siendo historia de Roma desde incluso antes de la fundación de la ciudad, cuando los sabinos poblaban esta colina. Una de las colinas de Roma que, desde siempre, ha tenido un papel destacado en la historia de la Ciudad Eterna. Actualmente aloja al Palacio del Quirinale.

El Quirinale es una de las 7 colinas de Roma. Concretamente, la situada más al norte de la ciudad. Aunque, en nuestros tiempos, esto es el pleno centro de Roma. En la antigüedad, antes incluso de pertenecer a Roma, era territorio ocupado por los sabinos. Su nombre viene de una deidad de los mismos: Quirino.

En la colina encontramos uno de los palacios más imponentes de toda la ciudad, el Palazzo del Quirinale. Éste, junto con las Scuderie del Quirinale y la preciosa plaza forman un escenario a la altura de la historia de la zona. Aquí, la historia de Roma vive y se entremezcla conviviendo con la más inmediata actualidad.

Los Sabinos

El Quirinale forma parte de la historia de Roma… desde que Roma es Roma. Los sabinos, un pueblo establecido en el Lacio antes de la fundación de la Ciudad Eterna, dominaba la colina. Este pueblo, los sabinos, estuvo siempre enfrentado a los romanos. Aunque, curiosamente, habría sabinos que llegarían a ser rey de Roma. Como es el caso de Tito Tacio, que compartió reinado con Rómulo por un tiempo.

Luego del Rapto de las Sabinas, romanos y sabinos acordaron una especie de fusión. Los pueblos se unirían y habría dos reyes, uno romano y uno sabino. El rey de los sabinos, durante su reinado de Roma, habría vivido en la colina del Quirinale.

Palacio del Quirinale

Esto sucedía en el siglo VIII antes de Cristo, en plena monarquía romana y en los inicios de Roma. Alrededor de 2.500 años más tarde, con una Roma gobernada por el papado, nacería en esta colina el Palacio del Quirinale. Una residencia vacacional para el Papa, ‘’lejos’’ del Vaticano y en una zona más calmada de Roma.

El palacio se construyó, por supuesto, con todo lujo y con un tamaño absolutamente descomunal. Siendo uno de los 6 palacios más grandes del mundo.

Como la colina, el Palacio del Quirinale siguió adaptándose y acogiendo a la misma historia de Roma. Los papas dieron paso a los reyes de una Italia unificada. Éstos, a los presidentes de la república. Hoy en día, el palacio es la residencia oficial del presidente de la República Italiana.

obelisco quirinale

Plaza del Quirinale

Frente al inmenso palacio se forma una plaza en la que se siente la altura de la zona, con una bajada en su lateral que nos invita a adentrarnos en Roma. En la Plaza del Quirinale tenemos, frente al palacio, una preciosa fuente coronada por un obelisco egipcio.

Dicho obelisco estaba originariamente en el Mausoleo de Augusto. La decoración de la fuente la completan dos estatuas de Cástor y Pólux, que en su día decoraron las termas de Constantino. Unas termas que el último gran emperador de Roma levantó en la colina del Quirinale.

Y, por último, frente a fuente y palacio, están las Scuderie del Quirinale. Una tremendo complejo que servía para aparcar carros y carrozas en las visitas oficiales a papas, reyes y presidentes durante siglos. Ahora, lógicamente, han dejado paso a los coches. Pero, sobre todo, a muestras y exposiciones de arte.

De la cima de Roma… a la cima de Roma

Como vemos, en la colina del Quirinale se entremezclan todas las etapas de la historia de Roma. Sus orígenes con Rómulo y su lucha con los sabinos, los emperadores Augusto y Constantino, el poder del papado, la unificación de Italia y la actualidad. El Palacio del Quirinal contiene desde el siglo XVI gran parte de esa historia.

En ella, en uno de mis primeros paseos del comienzo de mi tercera etapa romana, llego al Quirinale. Aprovechando el buen tiempo y las ganas de descubrir Roma desde mi nuevo barrio, inicio una caminata hasta el centro histórico.

Llego a él por un lugar por donde nunca había llegado. A pie, claro. Ir dibujando más etapas de mi mapa de Roma me pone contento. En un punto no tengo que seguir garabateando. Aquí sé dónde estoy, esta es la colina del Quirinale. Me toca descender de las alturas.

Bajando la cuesta del lateral de la plaza, me doy cuenta de algo que me llena de alegría. Pero… ¡si estoy en Trevi! Qué bonita sorpresa. Y qué hacer cuando se está cerca de la Fontana de Trevi… pues ir. Me pongo el traje de buzo. Bueno, no, mejor sin él, quiero sentirlo mejor… inicio una nueva y fresca zambullida. Sigo mi descenso hacia Roma.

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