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Estancias de Rafael

rafael expulsion de heliodoro del templo

Las Estancias de Rafael son 4 salas pintadas por el artista y consideradas una de sus obras maestras. Raffaello Sanzio las pintó a inicios del siglo XVI por encargo del propio Papa Julio II. Rafael, ante tan grandiosa oportunidad, dejó Florencia por Roma y, gracias e ello, nacieron unas de las mejores pinturas de siempre. Dichas estancias se hallan en los Museos Vaticanos.

Para visitarlas, por tanto, es necesario comprar la entrada a los museos y se pueden admirar casi al final del recorrido, un poco antes de la Capilla Sixtina. Visitar las Estancias de Rafael es toda una experiencia. Para concerlas un poco más, puedes acompañarme en esta lectura y »visitarlas» a través de la mía.

Mi camino a las Estancias de Rafael

El día comenzó como todos… durante los tres primeros segundos. Janis Joplin y su ‘Piece of my heart’ irrumpieron en mi habitación a las 07:00. Me giré hacia mi izquierda para apagar el despertador. Luego hacia mi derecha para calzarme, levantarme y empezar el día. Me apoyé sobre el extremo de la cama. Calzado, alcé la vista para coger la chaqueta de la silla de mi escritorio. No pude, pues la silla estaba ocupada.

Planeando la visita

Ahora sí cogí mi chaqueta, me lavé la cara y me tomé el desayuno, que remató con un café. Janis Joplin ahora cantaba en mis auriculares su versión de ‘Me and Bobby McGee’. Siempre ha sido mi canción preferida de Joplin, aunque no era suya. Pero espera un momento… este Raffaello… ¡vaya formas! En fin, era cierto que ni siquiera había ido al Panteón a saludarlo desde mi vuelta a Roma. Decidido, definitivamente iría el sábado. Esa misma tarde compraría mi entrada a los Museos Vaticanos. Aprovecharía algún momento durante el trabajo y lo haría desde el ordenador de la oficina.

Pausé mi concierto privado de Janis Joplin justo cuando decía ‘’feeling good is good enough for me’’ (sentirme bien es suficientemente bien para mí). Quitándome los auriculares pensé ‘’no para Rafael’’. Y empecé mi jornada.

Ya en el trabajo vi que habían llegado justo la noche anterior bastantes reservas para un tour por los Museos Vaticanos… ¡el sábado! No puede ser… cosa de Rafael, pensé. No dejaría escapar la oportunidad. Me apuntaría e iría con ellos. Y así fue.

Valentina sería la guía del grupo y, claro, la mía. Estaba emocionado. La noche anterior, temí dormirme por miedo a que Rafael me diera alguna que otra sorpresa. No quiero ser malinterpretado, es siempre un placer charlar con Raffaello. Pero aquella semana estaba un poco sensible. Además, no había sacado a la mesa que no fui a su exposición en Roma por motivo del 500 aniversario de su muerte. ¡De la que me había librado…!

Visita a las Estancias de Rafael

Durante el tour, visitamos primero otras partes de los Museos Vaticanos. Las Estancias de Rafael las dejaríamos para el final, sólo antes de la Capilla Sixtina. Me moría de ganas por ver las estancias. Quizás haya sonado un poco molesto con Rafael por su aparición pero la realidad es todo lo contrario. Mi querido amigo es un auténtico genio. Y en el fondo no podía tener más razón, debería haber ido a admirar las Estancias de Rafael mucho antes.

Caminando por un pasillo pegado a la fachada de los museos, Valentina dijo ‘’ahora recorremos este pasillo, pasamos por unas escaleras y entramos a a las Estancias de Rafael’’. El momento había llegado. ¿Cómo me sentiría después de haberlas visto tantas veces en imágenes? Después de haber leído tanto sobre ellas… Dejé que todo el grupo pasara, quería ser el último en entrar.

En el umbral de la puerta, incliné la cabeza hacia arriba, tomé aire y entré.

Estancia de Constantino

Llegué hasta el grupo y Valentina empezó a explicar la primera de las Estancias de Rafael: la Estancia de Constantino. En realidad, fue la última estancia que se terminó de decorar tras la muerte del maestro y en ella se representan diferentes momentos de la vida del emperador romano Constantino el Grande.

La Batalla del Ponte Milvio pintada por Rafael en sus estancias.

Estancias de Rafael: Estancia de Heliodoro

Vi como Rafael ya cruzaba la puerta a la segunda estancia. El grupo pasó justo después. Me había quedado plantado en la pared de la batalla de Ponte Milvio. Pasé a la segunda estancia, era la Estancia de Heliodoro. Junto con el grupo, Valentina nos encontró un buen lugar para disfrutar de la sala mientras nos ilustraba. No veía a Rafael por ningún lado. Valentina iba a comenzar a hablar cuando una mano se posó en mi hombro.

Vista ampliada de la pintura de la expulsión de Heliodoro del Templo.

Estancia del Sello

Miré un segundo más el fresco sobre la liberación de San Pedro, me volté para sonreír a Rafael pero ya no estaba. De nuevo el grupo se me había adelantado, me había entretenido con el buen Rafael. Llegué y me esperaban. Allí se encontrada la Estancia del Sello. Valentina nos presentó la increíble sala mientras, dijo, esperábamos un momento a que se liberara un hueco para apreciar la pared donde estaba representada la escuela de Atenas.

En el centro de la estancia había un elemento decorativo. Ni siquiera recuerdo qué era, estaba atrapado por la pintura de Rafael. Casi cuando Valentina decía que esperábamos un segundo, un grupo dejó la estancia así que nos movimos. Detrás de aquel elemento central, frente a la pared con la famosa pintura, estaba Rafael. Cuando me vio, hizo aspavientos de prisa y alegría y, con un gesto entre miles, me pidió que me acercara.

El grupo de nuestra visita con Valentina frente a la escuela de Atenas.

Estancia del Incendio del Borgo

El grupo se iba. Yo quería más. Esta vez entré de segundo, sólo detrás de Valentina. Allí estaba aquella última sala, la Estancia del Incendio del Borgo, preciosa. Valentina nos dijo que sólo una pared había sido pintada completamente por Rafael. El resto había sido completado por sus ayudantes. En cuanto la vi me acerqué. Con las manos cruzadas tras la espalda, me encontré a Rafael observando la escena que había pintado 500 años antes. Esta vez posé yo la mano sobre su hombro. Él no me miró, pero sabía lo que estaba pensando.

Hasta siempre, Rafael

Quizás Rafael nunca estuvo allí. El Rafel que vi en mi habitación fueron seguramente mis ganas de visitar las estancias. El que vi en las Estancias de Rafael, probablemente la pasión de las explicaciones de Valentina. Por si acaso y por mantener el buen trato con mi querido Raffaello, iré a saludarlo pronto al Panteón.

El Papa Gregorio XVI visitando la tumba de Rafael en el Panteón Romano.
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